Un resort arenero de 600 kilómetros. Eso forman a lo largo de las costas marinas dominicanas las más de 80 playas habilitadas para el turismo.
Para los gustos, los colores y las formas. Con ese propósito parecen estar formadas las playas dominicanas. ¿Una bendición de la naturaleza? Sin dudas. A lo largo de los 300 kilómetros que conectan las costas de Pedernales y San Cristóbal, el viajero cuenta con cuatro tipos muy diferentes de playas para disfrutar, tan sólo tomando en cuenta el color y la textura de las arenas: la paradisíaca playa de Bahía de las Águilas, de finas y blancas calizas; las pedregosas de Los Patos y Paraíso, en Barahona; las oscuras arenas de Salinas, en Baní, y los dorados granos de playa Palenque, en San Cristóbal. El azul claro de las playas de la costa este da paso al azul intenso de Cabo Francés, y Samaná las tiene entre acantilados, entre mogotes y descubiertas.
En todos lados aparecen playas que complacen, incluso, el ánimo del visitante: ruidosas, tranquilas, de suaves pendientes, con olas salvajes, sin una sola palmera, repletas de cocoteros, citadinas, populares o vírgenes. Las hay para elegir.
PARAÍSOS “ENCONTRADOS”. Hay quienes prefieren el ruido sincronizado y silencioso de los lugares alejados. Para esos, Bahía de las Águilas, en Pedernales; Cossón y Rincón, en Samaná, y la playa de El Morro, en Montecristi, les brindarán verdaderos momentos de relajación y deseada soledad. Las playas de la costa Esmeralda, en Miches (al norte de El Seibo), son poco visitadas aún, e ideales para gritar, hacer piruetas acrobáticas y pasear en vehículos 4 x 4. A lo largo del malecón de Puerto Plata es posible encontrar pequeños espacios que parecen huirle al sonido de los vehículos que pasan cerquita de la avenida principal. De las playas “resort”, Punta Cana, Bávaro, Río San Juan y un poco Bayahíbe conservan un aire menos acelerado que algunos destinos de la costa norte y otros cercanos a Santo Domingo que brillan por su algarabía.
POPULARES. No todos son partidarios de la naturaleza quieta. Si le gusta la compañía, hablar con cientos de personas y compartir sombrillas, el bullicio de Boca Chica, en Santo Domingo Este, el movimiento eterno de Cabarete y Sosúa en Puerto Plata, Guayacanes en San Pedro de Macorís y los ajetreados domingos en las playas de Najayo y Palenque, en San Cristóbal, le dejarán más que satisfecho. Menos concurridas pero siempre visitadas son las playas de Las Terrenas y Las Galeras, en Samaná, y Juan Dolio en San Pedro de Macorís.
PELIGROSAS. Para algunos, visitar playa Caribe, en la costa sureste, entre Boca Chica y Juan Dolio, es un doloroso placer. Ésta y las playas Paraíso y Los Patos, en Barahona, comparten el privilegio de poseer las olas más rebeldes de las playas dominicanas. Sobre una tabla o un “kite”, las olas de Cabarete son fáciles de domar, aunque no siempre están tan calmadas. Una playa que combina velocidad y quietud es Palenque, en San Cristóbal: quieto en un lado, salvaje en el otro. ¿El extremo contrario? La piscina natural de Palmilla (frente a la isla Saona).
DE FÁCIL ACCESO. Las playas de Villeya, en Azua; Paraíso y Los Patos en Barahona, Salinas en Baní y Long Beach, en Puerto Plata, tienen algo en común: su fácil acceso desde la carretera. Cerquita también de la vía quedan las playas Gringo y la Poza de Bojolo, próximo al centro de la ciudad de Nagua, con su arenas amarillas. Si visita Cabarete o Sosúa tampoco sufrirá ubicando las playas, pues están separadas de la carretera por tramos de bares, hoteles y edificios y restaurantes que son, también, visita obligada.
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PARA ACAMPAR: Playa Rincón (Samaná), playa Limón (Miches) y Punta Rucia (Puerto Plata). En el año 2007 las autoridades prohibieron acampar en Bahía de las Águilas.
PARA VER EL FONDO DEL MAR: En buceo deportivo o snorkell, Cayo Arena, entre Montecristi y Puerto Plata; La Caleta en Santo Domingo Este, Los Cacaos y El Portillo en Samaná, la bahía de Ocoa y las terrazas de la isla Saona siguen siendo los lugares favoritos de novatos y experimentados.
PARA HACER ESCALADA: Los acantilados de playa Rincón y Cabo Francés.
TRANQUILAS Y CERCA DE CIUDADES: playa Grande, en Río San Juan; Matancitas en Nagua.
POR DESCUBRIR ¿Le interesa romper los esquemas de popularidad, huirle a la rutina y dedicarse a descubrir las playas turísticas menos conocidas del país? Algunas recomendaciones: la playa de Mosquea, frente a la laguna de Oviedo, en Pedernales; playa Guanábana, al sureste de la provincia La Altagracia, entre la bahía de Yuma y playa Juanillo; playa de La Vacama, próximo a la laguna de Nisibón, en la misma provincia; las playas ubicadas al norte de la provincia Espaillat, en las costas de Gaspar Hernández y playa Estero Balsa, en el extremo oeste de Montecristi. Pese al auge del turismo en la zona, playa Grande, en Río San Juan, es muy tranquila e ideal para pasear. Disfrútelas antes de que todos decidan hacer lo mismo y dejen de ser verdaderos paraísos reservados para unos cuantos privilegiados.
Texto y Fotos Por ©Yalo
Un resort arenero de 600 kilómetros. Eso forman a lo largo de las costas marinas dominicanas las más de 80 playas habilitadas para el turismo